sábado, diciembre 23, 2006

Mesa de Diálogo

Tengo un grupo de amigos, todos machos, que se llama Mesa de Diálogo. Nos juntamos martes por medio, a conversar y chupar; en pocas ocasiones, más de 10 personas, las más de las veces, pocos (mesa de tres patas, la que no cojea). Han salido cosas buenas de ahí.
De hecho, cuando comencé este blog, le puse por nombre Mesa de Diálogo pensando que sería un órgano de difusión o medio de participación, al menos, de aquel grupo de amigos. Pensaba que todos sus integrantes podríamos escribir en este novedoso medio de comunicación y verter en él todo nuestro ingenio (?). Mi primer post reprodujo una conversación por mail sostenida por algunos de los miembros, previa solicitud -hecha por mí- de autorización -de ellos- para publicar unos dimes y diretes que se dicen entre amigos. Como lo que afirmaba Chicosano: “Falta determinación para hacer algo por Chile y su GENTE, sin pensar en los votos que se perderán o en la cuota de poder económico que se perderá. Se necesita visión de largo plazo y búsqueda de desarrollo social y no mezquinos intereses particulares. Sólo en el entendimiento absoluto que el propio beneficio es aquel que se obtiene como retorno social, lograremos una sociedad feliz, tolerante, pluralista y con sueños”. Y lo único que le respondía TitOz: “Deja la cola, logo”.

A poco andar me di cuenta de que no sabía cómo hacer (torpeza tecnológica) para que estos amigos de la Mesa de Diálogo (MDD, es su sigla) escribieran en el blog que había creado. Y también me di cuenta de que ellos no tenían ni la más mínima gana de escribir en esta bitácora de fondo azul. Entonces les reproché que si no escribían, al menos comentaran lo que yo escribía (que en realidad no escribía, sino que reproducía, como ya he dicho, lo que hablábamos en la MDD). Algunos accedieron a la petición (¿súplica?), y dejaron su opinión, como el primero de mis comentaristas, un tal zOtiT, quien escribió: “Excelente blog. Ese TitOz sí que tiene talento. Felicitaciones. ZoTit”.

A más o menos andar, comenzaron a llegar algunos lectores desconocidos. Sí, tú, por ejemplo. A ti me refiero, no te hagas “el de las chacras”. De mis amigos de la MDD, cuatro o cinco crearon sus propios blogs, muy superiores a este, pero la cosa es que yo estaba trabajando en forma independiente, lo que se parece bastante a estar cesante y desocupado, entonces tenía mucho tiempo libre y blogueaba como el que más. Así, en virtud de la frase ingeniosa y chisporroteante que dejaba en blogs aquí y allá, llegaron todos ustedes, amigos. A algunos los he conocido personalmente. Todos buenos chatos. Chiquillas simpáticas y amorosas también. Nada de qué quejarme.

Bueno, el asunto es que hoy por hoy estoy trabajando “como contratado”. Y, además, cargo con algunas preocupaciones de índole familiar que no es del caso aquí enunciar. Por ello, no he escrito ni visitado los blogs de ustedes, amiguis. Para más remate, quien a veces me ha suplido en publicar, Víctor Karadajián, “está fuera de las pistas”, así me dijeron, lo que tiene pinta de una nueva internación manicómica…

Entonces, reproduzco una nueva conversación vía mail de algunos miembros de la Mesa de Diálogo. Y relacionada al tema del siglo: La muerte de Augusto Pinochet.

PIU lanza un tema al ruedo:
Mucho se ha escrito sobre el legado de Pinochet. Al parecer cada uno quisiera escribir cómo se le recordará y, sin duda, ese ha sido el último campo de batalla, para los que llevan luchando casi 40 años. Yo nací el 68 y, por lo tanto, crecí y llegué a la adultez siendo testigo y parte, de un país por años dividido y con serias contradicciones. Rimbombantemente nos llamamos "Generación Pinochet". En mi opinión, la verdadera herencia de esos 17 años de Gobierno (más los mil días anteriores), es justamente lo que vemos ahora. Chile es un pueblo con un concepto de sociedad donde la libertad y la democracia, son valores incuestionables. Lo sentí emocionado, cuando entré a La Moneda por primera vez. Aquel lugar que conocí por mi mamá, no como el Palacio de Gobierno de mi país, sino un campo de batalla, estaba ahí, abierto. Y decenas de escolares lo recorrían y conocían. A ellos no había nadie que les contara por dónde venían las bombas ni por dónde cayeron las balas. A ellos les contaron que ese era La Moneda y que desde ahí el presidente gobernaba su país. Ya veré cómo les voy contando de a poco la historia a mis hijos, de acuerdo a mis prioridades y sentimientos. Cada uno le contará a los suyos su pedazo de la historia, pero les aseguro que la lección que quedó fue una sola. Y paradojalmente la frase que más me da vuelta en la cabeza, salió de las filas de nuestro ejército: nunca más. Saludos, PIU.

Ave Palto recoge el guante:
PIU, muy profundo. Sin embargo, te propongo situarte haciendo una analogía. A Hitler no lo recordamos por los avances científicos que logró (y que fueron muchos), por ejemplo en la cohetería, electrónica, etc. O por sus avances en el comercio y la industria pesada, liviana, cinematografía, agropecuaria, automovilística, etc. Lo recordamos por haber mandado a millones de judíos a las cámaras de gases. Por haber matado a gitanos, niños enfermos, homosexuales. Recordamos a Hitler por haber diezmado a su propia nación (recuerda que además era austriaco). Sitúate. Es cierto lo del “nunca más”. Pero tampoco mi voz callará para enumerar todas y cada una de las atrocidades que se hicieron en su gobierno, bajo su manto de protección e impunidad. Yo mismo me encargaré a decirle a mis hijos (cuando sea momento) lo débil que me sentía al salir un fin de semana de carrete. Saber que simplemente no podría regresar. Porque así fue. Un día estabas. Otro día no estabas. Ese “nunca más” no es suficiente por sí mismo. Es dar vuelta una página pero de un libro que se perderá. Hay que decir “nunca más”, con nombres y apellidos. De otra forma, estaremos condenados a repetir la historia.
Un abrazo. Ave Palto.

Pues a mí, lo paradojal es que se diga "nuestro ejército", como quien dice "nuestro Iván Zamorano" o "nuestro Marcelo Ríos". En particular, considero que los primeros no son míos. Salud, TitOz.

Estoy de acuerdo. Y a eso me refiero cuando digo que cada uno le contará a sus hijos la historia cómo la siente. PIU.
Y yo sigo callando. Sólo repito cosas que he escuchado, como “¿sabes qué significa Pachuca? P’al chuncho con amor” y/o “¡PERRO MUERTO! SE FUE SIN PAGAR”, y el mismísimo 10 camino por las anchas alamedas.
Y remata PIU: “Anchas las alamedas y cada día más ancha la frente de algunos de sus ocupantes. No veo al Frente Patriótico, pero se ve la generosa frente del patriota del Aguirre”.

* La foto es de Ave Palto, captada con su celular.