sábado, junio 30, 2007

Por ésto me echaron de El Mercurio

Corría el año 1989 y yo trabajaba como colaborador en el diario El Mercurio, en la sección Deportes. Era 22 de abril y mi novia de ese entonces, hoy mi resistente esposa (Ximena P), estaba de cumpleaños. Un par de días antes habíamos discutido y puesto fin a la relación (con lo que, visto en perspectiva, hubiéramos impedido la vida de nuestros hijos Martín, Vicente y Francisca). Aun en estado de trifulca, estaba invitado al aniversario de su natalicio, como también mis amigos Felipe B. y César O., periodistas ya más consumados en el "decano" periódico. Pocas horas antes de la fiesta, los tres figurábamos en El Mercurio, sin regalo para la hermosa joven de 23. "¡Hagámosle una noticia!", nos dijimos. "Total, después la imprimimos, la borramos y acá no ha pasado nada", dijo Felipe B. "Y tú, Mono, quedas como rey", dijo César O. Listo nomás. Y comenzamos a redactar la siguiente noticia.
(Nótense los caracteres de la noticia que, por ser de portada de El Mercurio, tendrán repercusión en la anécdota que aquí se narra).
Como podrán reparar los lectores que tengan buena vista (o aquellos que sean hábiles computines y puedan ampliar el "cuerpo" de la noticia, que viene más abajo), el presunto reportaje es un verdadero disparate. Cualquiera se daría cuenta... Menos un pelotudo nacido en Osorno.
"Ya, Mono, ahora escribe cosas románticas para que puedas reconquistar a la Xime", me dijeron mis amigos Felipe B. y César O. "Por cierto", dije, pensando que el mundo hubiera sido una porquería sin mi matrimonio con ella y sin Martín, Vicente y Francisca.
Y lo hice.
Lista la nota, la imprimimos, la borramos y nos fuimos al cumpleaños. Fuimos el alma de la fiesta, por la originalidad del regalo, que todos leían y celebraban.
Al día siguiente (23 de abril), El Austral de Osorno -diario regional de propiedad de El Mercurio- salió a los kioscos con nuestra noticia en primera plana.
¿Qué había sucedido?
Por situaciones computacionales que desconozco (en 1989 no sabía diferenciar un computador de una escopeta) y porque nuestro "disparate" estaba redactado con caracteres de portada, al "borrarlo" no lo borramos del todo, sino que pasó a un directorio especial y, en definitiva, quedó a disposición del ciberespacio y del poco avispado editor osornino.
El mismísimo 23 de abril, el mandamás mercurial de ese entonces, de apellido Illanes, citó a Felipe B. y a César O. y los recriminó. "Era sólo una broma", dijeron mis amigos: "La hicimos y la borramos...". "Entiendo que era una broma, está más que claro", dijo Illanes, y agregó: "Pero al pelotudo de Osorno no le quedó claro". Acto seguido dictó sentencias: "Tú, Felipe, ibas a ir al Mundial de Italia 90; ya no irás. Tú, César, ibas a ir a los Panamericanos a La Habana; ya no irás. Y díganle al tal Andrés Aguirre que ni se tome la molestia de volver por estos lados". La vieja historia del hilo más delgado.
A la larga, Felipe B. sí fue al Mundial de Italia 90, y César O. sí fue a los Panamericanos de La Habana. Yo no volví a pisar el edificio de El Mercurio, pero sí reconquisté a la bella Ximena P., con quien engendramos a Martín, Vicente y Francisca. Así que, ¡no hay quejas! Total, no todos tienen la suerte de convivir con una mujer a quien el mismísimo Papa Juan Pablo II le dedicó una encíclica: Ximenum Novarum.