lunes, febrero 20, 2006

Como el oso hormiguero

Verano del 78.
Tenía 12 años y vivía en el distrito de Miraflores, Lima, Perú, en la casa de mis abuelos Andrés y Anita, con ellos, mi madre y hermanos.
Una noche de febrero, de desvelo, de zancudos y espirales encendidos para matarlos, mi mamá me escuchó “requintar”, no sé si por alguna picada o por la alergia y nariz obstruida que me provocaba el insecticida, y me llamó a su cuarto. Me hizo un espacio en su cama, cariño en el pelo y nos pusimos a ver “la pelea del siglo”, con Mohamed Alí en un rincón, luciendo su cinturón dorado de ensueño de la máxima categoría.

((Aquí, entre dobles paréntesis, y aun cuando hoy parezca bárbaro decir que a uno le gusta el boxeo, debo decir que sí. Sí, ladys and gentlemen, ¡ME ENCANTABA EL BOX!
Ahora me gusta poco, la verdad, pero en aquellos tiempos de los 70 y de los “pesados” Cassius Clay (luego Alí), Joe Frazier, George Foreman e incluso Larry Holmes, me gustaba bastante. ¡Tantas peleas del siglo, caramba! Y también disfrutaba con los pleitos de años posteriores y pesos más ligeros, cuando en esta esquina Roberto “Mano de Piedra” Durán castigaba el abdomen de “Sugar” Ray Leonard o Tommy Hearns propinaba con dureza sobre la mandíbula de Pipino Cuevas, junto el encordado)).

Ídolo máximo Alí, seguro que baila como mariposa, pica como avispa y tumba en el primer round a este pelafustán desconocido…
- Míralo –dice mi mamá–, es desdentado como el oso hormiguero.
- Sí, pobre, y con la paliza que le van a dar ahora…

Sin embargo, no se viene dando tal paliza. La chica en traje de baño pasa y pasa con sus carteles 8, …9, …10.
- Y te aviso que el desdentado va ganando la pelea –agrega mi vieja, una experta por lo demás en varios deportes.
- No se preocupe, que ya lo noqueamos.
- No, si yo no me preocupo, hijo.

La del bikini: 13, …14 y 15, talán, talán, talán.
Decisión unánime del jurado.

Este sujeto, desdentado como el oso hormiguero, derrotó a mi gran ídolo y le quitó el cinturón de oro puro y diamantes de los pesos completos: LEON SPINKS.

Rabia, frustración y pena, todojunto. De regreso en mi cama lanzo uppercuts y cross de izquierda al colchón y, también, moqueo y lagrimeo sobre la almohada. Al menos eso me destapó la nariz, así que pude dormir, aunque tal vez para soñar pesadillas sobre un cuadrilátero y un LEON sin dientes.

Al día siguiente, caída la tarde y subida la noche, me ilusiono al escuchar un tradicional pregón limeño:

“Revolución caliente,
música para los dientes,
azúcar, clavo y canela,
para rechinar las muelas”.

Alumbrado por un farolito de aceite, un zambo oscuro cruza la calle con su vozarrón y su dulce carga: un canasto lleno de "revolución caliente": panecillos tipo galletas duras, deliciosos, que a veces comprábamos. Desde el balcón le grito que ya bajo, justo cuando la luz escasa del farol se adentra en su boca.

Era igualito a Leon Spinks, así que no bajé.

miércoles, febrero 08, 2006

¿El Poseidón debe estar loco?


Una de las películas que me marcó cuando muchacho es La Aventura del Poseidón, ¡gran filme! Pero, ¡GRAN PELÍCULA!
Mil novecientos setenta y tantos, o por ahí, una de mis primeras idas al cine… La emoción del niño en la oscuridad de la sala… Rápidamente fui cautivado por la imagen soberbia de una ola de 50, qué se yo, 100 metros que retumba en el costado de un crucero. Luego, el barco parado de cabeza, con fuego por un ala, inundación por otro costado, vapores a estribor y cadáveres en popa, y un Ernest Borgnine de categoría. Me marcó. El reverendo de Gene Hackman, el cascarrabias Ernest, las guapas rubias, en fin. Después me la he encontrado varias veces en la tele, ya sea en Tardes de Cine o Cine en su Casa. Y la he seguido encontrando buena. Ahora que pienso, ni sé quién la dirigió y no recuerdo bien el final, pero me sentí dentro de ese barco, entre las escotillas, los humos y los diálogos, y puedo decir con certeza que es una película que me marcó.
Como me marcó El Golpe.
O “Al Maestro con Cariño”, que también la vi de chico, con Sydney Poitier.
¡¡¡“El Campeón”!!! Con esa sí lloré su poco, por ahí.
Otra que vi de chico y recuerdo se llamaba “El cielo puede esperar”. Entretenida.

Ya de más grandecito y con alguna compañera de butaca, las de Travolta, claro. Con rubor, creo haber recreado algunos pasos de Fiebre de Sábado por la Noche en algún sketch colegial. Qué bochorno.
¿Cuál más? Ah sí, las otras películas catastrofistas de los 70, como Incendio en la Torre, Tiburón (andaba tiritón al nadar en la playa, y con las patitas cortas), Terremoto.

Empero, hay una película de aquellos años que no sólo me marcó, sino que me cautivó: “Los dioses deben estar locos”.

Qué manera de recagarme de la risa con esa película. Ufff, no me voy a poner a contárselas acá, ni mucho menos a hacer una crítica (mejor véanla), pero sí voy a manifestarme como un admirador de esa película de Botswana, que cuenta la historia de un bosquimano amable (en el sentido de la palabra) y una botella de cocacola, pero también la de un torpe sujeto y su jeep y una hermosa reportera rubia y un sostén café y un terrorista –Sam Boga–, y yo con mis miles de carcajadas, en el cine y en el África.
Tampoco sé quién la dirige, pero voy a averiguar.

Hace poco me encuentro con que la dan en la tele. En La Red, parece. Y convoco a mis hijos a verla. “No, papi, que estamos viendo la lucha libre americana”. Los presiono a verla: “Miren, si es súper divertida”.
- Huuummm.
- Esperen, esperen, calmitiza (calma y tiza), que esta parte sí que es comiquísima.
- Mmm.

(30 minutos y 4 comerciales después)

- Mmmmmm (un hijo).
- Como la que nos obligaste a ver el otro día (el otro).
- ¿Cuál, “La Fiesta Inolvidable”? Pero reconozcan que se rieron…
- Mmm.
- Bueno, pero esta es mejor. Miren esta parte.
- ¿Y cómo es que se llama, papi?
- “Los dioses deben estar locos”, jajajá.
La Fran ya se ha dormido y es claro que los otros dos niños piensan ‘mi papá debe estar loco’.