martes, enero 30, 2007

CARTA de mi abuela Anita a Ramón Huidobro

Ya les dije que me gustaban las cartas. Acá va otra. Es de mi abuela Anita Domínguez de Bello a su sobrino y querido amigo Ramón Huidobro Domínguez, un simpático tío que cuando yo era chico me llamaba “piojo romboide”. El libro Interferencia Secreta, de la ejemplar periodista Patricia Verdugo, registra un diálogo telefónico entre el Presidente Salvador Allende y mi tío Ramón Huidobro, acaecido el mismísimo 11 de septiembre de 1973, fecha de la muerte del primero. Cito: “Se ha sublevado la Marina, Ramón, y unos cuantos generales traidores. Pero yo voy a pelear hasta la muerte. Déle un beso a Panchita y a usted, mi abrazo como siempre.
Cuando el Presidente cortó la comunicación, miró a su ministro de Educación –Edgardo Enríquez– y le comentó: 'Si yo tengo cinco amigos de verdad, éste es uno de ellos'”.


Otro dato histórico: Tres días antes de que mi abuela Anita escribiera esta carta, el 30 de septiembre de 1974, Ramón Huidobro y su mujer Panchita Llona (ella es madre de la escritora Isabel Allende) ofrecieron en su casa de Palermo, Buenos Aires, una cena al matrimonio conformado por Carlos Prats y Sofía Cuthbert. A la salida, cerca de la una de la mañana, una bomba terminó con sus vidas.


Miraflores, 3 de Octubre 1974

Mi querido Ramón: Estoy segura de que ya no te acuerdas ni de mi letra por el largo tiempo que he dejado pasar sin comunicarme contigo, pero puedo asegurarte que te tengo más presente en mi corazón que cuando nos comunicábamos con regularidad. Siempre seguí tus pasos mientras fuiste brillante Embajador en Buenos Aires y muchas veces tuve deseos de visitarte y pasar unos días con Uds. allá. Desgraciadamente no llegó el momento y sólo supe de ti por tus hermanos o por familiares que los visitaban.

Me tocó estar en Santiago el 11 de Setiembre del año pasado y puedo asegurarte que me sentí tremendamente apenada de los acontecimientos que presencié. Jamás creí que los nobles y caballerosos chilenos pudieran descender tan bajo llevados por el odio y los intereses. Siempre hemos estado alejados de la política pero eso no nos impedía ver y apreciar el cochino juego que hacían muchos en su propio beneficio. Me dolió la muerte de Allende. Sólo lo conocí breves minutos en tu casa, pero creo que fue un hombre bien intencionado y que sacrificó su vida por un ideal. Me dolió su muerte por Chile y por ti, sabía que era tu amigo y que te jugaste tu carrera por él. Resultaba penoso ver el regocijo de la gente, cuando tantos muchachos idealistas padecían persecución y hasta daban su vida por sus ideas. Fueron días difíciles y para mí de imborrable recuerdo.

Este año, aceptando una generosa invitación de Manuel Borgoño y de tu hermano Carlos, estuve nuevamente en Santiago para esa fecha y créeme que la pena y la desilusión han sido aún mayores. No me explico cómo el libre e indómito pueblo chileno, famoso en América por su cultura cívica avanzada y por su apego a la democracia y la libertad, puede sentirse feliz en permanente estado de opresión. Me parecía mentira oír a la gente regocijarse de la falta de libertad y desear tener por mucho tiempo la dictadura militar. Yo oía y no lo creía.

Santiago está lindo, la primavera se presentaba con toda su belleza. Los árboles del parque estaban llenos de flores, pero yo no podía respirar. Es doloroso encontrarse a cada paso con un uniformado portando metralleta y eso le quita toda la belleza a la ciudad. Las tiendas están lindas y llenas de cosas, nada falta, pero todo cuesta tanto que nadie compra, y si la gente acomodada con quien yo conversé no come carne sino dos veces a la semana, ¿qué come el pueblo? Perdóname este desahogo, pero te aseguro que necesitaba decírselo a alguien que quizá lo comprenda.

Te contaré algo de nosotros para poder sentirte más cerca. Andrés se jubiló por motivos obvios. Ahora juega tennis tres veces a la semana en las mañanas y en las tardes tiene un trabajito que le aumenta un poco la escasa entrada (36 años de esforzado trabajo que le permitió llegar al límite de la carrera). Andresito terminó sus dos años de post-grado en New York, adquiriendo un valioso título de Dr. en Seguridad. La especialidad, Seguridad Ambiental. Trabaja a contrato en el Sepán, dependencia ingenieril de la Organización Mundial de la Salud. Tiene su auto y se las arregla bastante bien. Mabelita se separó de Roberto y vive conmigo. Trabaja en una librería y está tranquila. Carmen Rosa está bien casada con un buen ingeniero que trabaja bien. María Elena tiene dos hijos y está contenta, trabajan los dos y han construido una simpática casa por Benavides arriba. Patricia se casó, tiene una niñita, es feliz y tiene su casa frente a María Elena. Anita y María Marta están en el Opus Dei, Manuelito se casó con una chilena y están acá: el trabaja y termina su carrera de Sicólogo, ella estudia lo mismo, pero ahora descansa porque espera guagua para Octubre. María Sol estudia Literatura y termina el próximo año y mi guagua María Gracia está en el colegio. Tengo 10 nietos y vivo rodeada de hijos y nietos. Mi suegra está bien con sus 86 años y Paula perfecta con 89. Todos te recuerdan y creo inútil decirte que tienen su casa para el minuto que quieran venir.
Mabelita y yo planeamos un paseíto para principios del próximo año. Ella tiene una invitación de los Hudson en Montevideo y la idea sería pasar después a Buenos Aires para terminar en Santiago. Si llega a realizarse te avisaré para tener el gusto de verlos. Supe de ustedes por Manuel Casanova que viaja por estos lados con frecuencia. La próxima vez que venga te mando unos valsecitos criollos para que te acuerdes de tus tiempos limeños. Ojalá tus obligaciones te permitan dedicarme un tiempo y me escribas contándome de ti, de Panchita y de tus hijos.

Dale un beso a tu mujer de mi parte y recibe todo mi cariño.

Anita